Si vamos de ruta debemos tener presente que es posible que no la terminemos solos. Y no ya porque vaya nuestro compañero de ruta con el que la comenzamos, si no porque es posible que unos diminutos seres hayan decidido pasar unos días insertados en nuestra piel, poniéndose las botas con nuestra sangre. Hablo, como no podía ser de otra manera, de la simpática garrapata o cabarra.
La cabarra es un animalito, familia de los ácaros y las arañas, que habita por bosques y prados donde abunden el ganado o los animales salvajes. Y no sólo por bosques, también abundan en los parques de nuestras ciudades Lo que hace este gracioso parásito es escalar una hierba alta, barda, arbusto o rama y espera a que pase un animal al que detecta por el calor y el dióxido de carbono que desprende, para adherirse a su cuerpo. Una vez hecho esto empezará a buscar el mejor sitio para lanzarse sobre la piel, perforándola en busca de una vena pequeña o capilar del que alimentarse, para una vez saciada, abandonar (o no) el cuerpo del parasitado. La cabarra no distingue entre animales y seres humanos, le da lo mismo unos u otros.
Como además de molesto, este bicho puede transmitirnos media docena de enfermedades, algunas de ellas graves como la encefalitis o meningitis, (en Cantabria la mayoría son indefensas o se han detectados muy pocos casos de la enfermedad de Lyme que se cura con un simple antibiótico) vamos a dar unos consejos para evitar ser picados por garrapata.
1.- Olvidarse de comprar repelentes. No hay ninguno eficaz que evite ser picado. Algunos hablan del permetrin que es lo que se utiliza para los piojos, pero no tiene nada que ver, ya que a la garrapata, como hemos dicho, le basta con detectar nuestro calor y nuestro dióxido de carbono para atacarnos. Y a no ser que podamos vivir sin respirar, va a ser difícil encontrar un producto de ese tipo.
2.- FUNDAMENTAL: Evitar pasear por zona boscosa, con hierba abundante, sin sendero limpio, especialmente de mayo a octubre, periodo de mayor actividad de la garrapata. Y mucho menos tumbarse en un prado por muy bucólico-pastoril que sea el ambiente.
3.- Si entramos en este tipo de zona, procurar llevar ropa clara, pantalones y camisetas largos para poder detectar la legión de bichitos que a buen seguro correrán por ellos en busca del turrón. Revisarse bien la ropa cada poco tiempo. Meter el pantalón por los calcetines para evitar que puedan pasar por la pernera.
4.- Revisarse bien después de una ruta por bosque o zonas herbosas toda la ropa, especialmente los pliegues y zonas cercanas al cuerpo. El bicho se suele poner en zonas cercanas al final de la ropa (cintura, ombligo, antebrazo, tobillo) porque si encuentra pronto la piel no suele seguir buscando. Revisar piernas, brazos, cuerpo, espalda y cabeza, con ayuda del compañero de ruta para ver si tenemos alguna instalada. Debemos tener en cuenta que si detectamos la cabarra antes de 48 horas, evitaremos cualquier infección que se pueda producir. Al cabo de unos días la cabarra engordará hasta cuadruplicar su tamaño original y tras un ligero picor la detectaremos seguro pero hay más riesgo de estar infectados.
5.- Si vemos que ha llegado a su objetivo hay varios métodos para quitarla. Debemos ser cuidadosos porque si aplastamos al bicho antes de sacarlo, o dejamos la cabeza dentro, podemos facilitar la infección. El método tradicional es echarle cualquier liquido que no le guste (vinagre, aceite, alcohol, etc) para que relaje las mandíbulas y sea más fácil retirarlo con unas pinzas y así no deje su cabeza dentro. O bien podemos sacarlo sin echarle nada. En ambos casos, lo haremos con unas pinzas, cogiéndole lo más cercano a la picadura posible y pegando un tirón seco y firme. Nos damos un poco de alcohol y listo. Nos saldrá, en algunos casos un granito, que si vemos que se convierte en roncha, iremos al médico para que nos dé un antibiótico porque habrá infección.
No obstante, no agobiarse mucho porque lo principal de una ruta por el monte es disfrutar y relajarse. Pero si podemos evitar la visita de compañeros de viaje indeseables, mucho mejor.